El bienestar, de acuerdo con la Real Academia Española, se asocia con el buen funcionamiento del cuerpo y la mente, además del conjunto de condiciones necesarias para llevar una vida holgada, tranquila y pacífica. Entre sus sinónimos se encuentran: comodidad, confort, abundancia, fortuna, placer y felicidad. Sin embargo, ninguno de estos términos define por sí solo la experiencia de “estar bien”.
En inglés, la palabra ha adquirido matices distintos. El Global Wellness Institute señala dos acepciones relevantes: 1. Wellness, vinculado con la salud física y la prevención. 2. Wellbeing, relacionado con el estudio de la felicidad y los factores que generan equilibrio en la vida.
Cuando hablamos de wellness, nos referimos a la tendencia humana de buscar mayor calidad de vida e, incluso, asegurar la longevidad. En cambio, el concepto de wellbeing conecta con la psicología positiva y la pregunta central de Martin Seligman (2011): ¿qué hace felices a las personas?
El Flourish Center de la Universidad de Pensilvania identifica cinco factores clave del wellbeing:
Emociones positivas
Compromiso
Relaciones
Sentido de vida
Percepción de logro
Recientemente se ha sumado un sexto factor: la vitalidad, que enlaza el wellbeing con el wellness, pues considera la salud del cuerpo y los hábitos de vida.
Hoy las tendencias invitan a integrar todas las dimensiones del ser humano. No tendría sentido estudiar cuerpo, mente y emociones por separado. México ilustra bien esta paradoja: ocupa el lugar número 10 en encuestas de felicidad a nivel mundial, pero también figura entre los países con mayores índices de diabetes infantil. Según la BBC, el consumo de refrescos por persona alcanza los 136 litros al año (Ellis, 2017). Esto nos lleva a una pregunta clave: ¿cómo concebimos la felicidad los mexicanos y cómo la alcanzamos?
Debemos reconocer que nuestras estructuras mentales, emociones y salud física están íntimamente ligadas. El cuerpo manifiesta a través de síntomas lo que no logramos expresar o procesar emocionalmente.
La evidencia es clara:
La activación física mejora el estado de ánimo, oxigena el cuerpo y favorece el procesamiento de la información.
Las creencias y emociones influyen de manera directa en nuestros estados de salud.
Al integrar conscientemente estas esferas, activamos un camino de autocuidado y calidad de vida que impacta también en nuestro entorno: familia, trabajo, hogar y comunidad.
Te propongo un reto sencillo: separa 20 minutos al día para moverte. Elige lo que más disfrutes: caminar al aire libre, estirarte, practicar yoga, pilates, natación, artes marciales o simplemente hacer ejercicio cardiovascular.
Cada minuto de conexión con tu cuerpo mejora el funcionamiento de tu mente. Y cada instante de calma mental contribuye a tu bienestar integral.
Por la Dra. Elsa Edith Ríos Juárez
Directora del Instituto de Análisis Existencial y Logoterapia de Chihuahua
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