Otra vez, el director de Servicios Públicos, José Luis La Madrid, tuvo que alzar la voz para señalar el trato injusto que los jueces encargados del caso del relleno sanitario han dado —y siguen dando— al tema. “No puede ser justo para una ciudad seguir postergando un asunto de tal importancia. Los jueces y abogados también viven aquí, deberían estar igualmente preocupados”, enfatizó.
Se sabe que el actual sitio en Mápula es el único que cuenta con todos los permisos, estudios y requisitos técnicos, otorgados por dependencias federales, para operar como relleno sanitario. Sin embargo, la obra permanece suspendida debido a un amparo —uno de esos que Morena se ha encargado de eliminar para impedir que los ciudadanos se protejan del propio gobierno.
Ironías de este país: un particular argumentó que se vería afectado, litigó el tema y obtuvo una suspensión. El problema es que los jueces, por intereses políticos y posiblemente económicos, han evitado resolver de fondo. Se han limitado a patear el bote, dejando el problema en pausa. La jueza que llevaba el caso ya ni siquiera está en funciones, y los nuevos encargados parecen seguir la misma ruta de aplazamientos.
Mientras tanto, el relleno sanitario de Chihuahua está al borde del colapso. Los vecinos siguen padeciendo las consecuencias, y la ciudad, junto con un proyecto de largo plazo que solucionaría el problema de la basura por décadas, permanece estancada por culpa de intereses personales, económicos y políticos. Así no se puede avanzar.
LA SECRETARÍA DE HACIENDA publicó en el Diario Oficial de la Federación (DOF) que los estímulos fiscales a los combustibles permanecerán en ceros por una semana más, a partir del sábado 18 de octubre. Con esto, ya suman 28 semanas consecutivas —siete meses— sin ningún tipo de apoyo.
Durante años, los «huachicoleros de kepi» —políticos y empresarios— se chuparon miles de millones de pesos, y ahora es la ciudadanía quien debe pagar el precio: gasolina cara, sin ayuda del gobierno. Y mientras tanto, seguimos absorbiendo aumentos.
Prepárese, además, para que a partir de enero también le salga más caro tomarse una cerveza, fumar un cigarro, apostar, e incluso tomarse un refresco o un suero no médico. Como si eso fuera a frenar el consumo o resolver los problemas de salud pública. Pero claro, saben perfectamente dónde pegarnos. ¿Y qué hacemos? El mundo no se va a detener.
En la Opinión: Marco Aurelio Guevara y Juan Pablo Macías.
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