Las investigaciones por el asesinato del alcalde de Uruapan, Carlos Manzo, podrían dar un giro delicado tras difundirse material que apunta a un hecho aún más grave: el presunto homicida del edil habría sido ejecutado mientras estaba sometido en el piso, minutos después de haber disparado.
Tanto el gobierno de Michoacán como la Fiscalía estatal parecen más interesados en complicar el panorama que en esclarecerlo.
En uno de los videos que circulan, se observa a paramédicos intentando reanimar a Manzo y a unos metros, el joven señalado como agresor aparece detenido y rodeado por varias personas que le exigen revelar quién le ordenó disparar.
El sujeto no opone resistencia. Instantes después, se escucha un disparo: el presunto asesino cae sin vida.
Este episodio abre la puerta a más preguntas que respuestas.
¿Por qué el agresor fue abatido cuando ya estaba sometido?
¿Quién disparó?
¿Se eliminó a un testigo clave?
A pesar de la gravedad del hecho, el gobernador Alfredo Ramírez Bedolla ha centrado su discurso en la posibilidad de una supuesta traición por parte de los escoltas del alcalde, insinuación que desvía el foco de la discusión principal.
Hasta ahora, no ha mencionado investigación alguna hacia quienes ejecutaron al presunto agresor ni ha ofrecido información sobre la cadena de custodia en la escena.
La narrativa oficial, en lugar de aportar claridad, alimenta la sospecha de que hay algo más detrás: un crimen político que podría estar siendo manipulado para evitar que se conozca la autoría intelectual.
Mientras el gobierno habla de “traición”, lo que falta es lo esencial: justicia y transparencia.






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